Durante el último lustro, la
industria de extracción de gas ha experimentado un cambio que está
revolucionando la industria energética a nivel global. Esta transformación
tiene su epicentro en Estados Unidos, donde se ha venido perfeccionando una
técnica para extraer gas y petróleo conocida como hydraulic fracturing en
inglés y coloquialmente denominada fracking.
Esta técnica permite la propagación de fracturas en
diversas capas de roca en el subsuelo, que a su vez se convierten en conductos
a través de los cuales puede fluir principalmente gas, aunque también petróleo.
Este método no es nuevo, la
fracturación de roca existe desde mediados del siglo XX, pero no fue hasta este
último lustro que se desarrollaron suficientes avances en la técnica para hacer
la extracción mucho más rentable. La técnica consiste en la inyección de
fluidos altamente presurizados al subsuelo, creando una especie de ductos o
caminos a través de los cuales se liberan hidrocarburos que anteriormente
estaban atrapados en el subsuelo y eran considerados reservas no explotables.
De esta manera, el cambio
tecnológico ha provocado un gran desplazamiento de la curva de oferta de gas,
que se ha traducido en un fuerte incremento en la disponibilidad y oferta de
este producto.
Como consecuencia, los precios
del gas se encuentran en niveles mínimos históricos, cercanos a los 3 dólares
por unidad de 1,000 pies cúbicos en comparación con niveles cercanos a los 6
dólares hace cinco años, y muy por debajo de los máximos históricos cerca de 15
dólares observados en el 2007. Adicionalmente, el precio del gas ha perdido su
coeficiente de relación tradicional con el precio del petróleo.
Un barril de petróleo
normalmente tiene una capacidad de generación de energía, medida en BTUs, seis
veces superior a la de 1,000 pies cúbicos de gas (que es la medida bajo la cual
se comercializan los contratos de gas).
No obstante, la correlación
entre el precio de un barril de petróleo y 1,000 pies cúbicos de gas se ha
ubicado históricamente en 12 veces; sin embargo, la relación actual entre el
precio de un barril de petróleo y 1,000 pies cúbicos de gas está
aproximadamente en 40 a uno. Esto se explica por la fuerte caída en el precio
del gas.
La transformación del sector
de extracción de gas ha dotado a Estados Unidos, el principal consumidor de
energía del mundo, de una fuente alterna de energía económica que contribuye a
disminuir su dependencia energética de las importaciones a otros países.
De acuerdo con datos
publicados en una nota de Compass Group, el gas shale pasó de representar, en
el 2005, 4% del total de la producción de gas, a 24% en la actualidad.
Para algunos expertos, como la
Agencia de Información de Energía (EIA, por su sigla en inglés), lo que está
ocurriendo en el mercado de gas en Estados Unidos es tan sólo un avance de lo
que podemos esperar una vez que estas técnicas de fracturación se propaguen a
la extracción de petróleo, como ya ha comenzado a ocurrir en dicho país.
De acuerdo con un artículo de
Leonardo Maugeri, de la Escuela Kennedy de Políticas Públicas en Harvard, el
boom que viene en el sector petrolero en Estados Unidos no es una burbuja
temporal, sino la revolución más importante en la industria petrolera en
décadas.
La técnica de extracción vía
fracturación tiene sus detractores, quienes basan sus objeciones en
preocupaciones ambientales. El argumento principal de dichos opositores es que
la extracción de hidrocarburos vía técnica de fractura provoca contaminación
del agua en los mantos freáticos, así como contaminación en la superficie vía
la migración de los fluidos químicos inyectados al subsuelo y los gases.
A pesar de estas
preocupaciones, la mayoría de los expertos coincide en que el riesgo de impacto
ambiental de estas nuevas técnicas es menor al que implican las técnicas
tradicionales de extracción de hidrocarburos.
Adicionalmente, los riesgos
también parecen ser mucho más manejables que los relacionados con la generación
de energía nuclear.
Es cierto que el desarrollo de
nuevas tecnologías que permiten un consumo más eficiente de energía en
maquinaria, equipos, autotransportes, etcétera, ha permitido moderar los
incrementos en la demanda de energía, pero la continua incorporación de la
población emergente a la economía global y el crecimiento económico siguen
contribuyendo a un continuo incremento en la demanda de energía.
Mientras las energías
renovables siguen madurando como fuente alterna, los hidrocarburos seguirán
jugando un papel importante en el mercado.
Todo parece indicar que la
revolución energética, relacionada con la extracción vía técnica de
fracturación, ha llegado para quedarse.
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