El Medio Oriente, con sus siglos de complicada historia, su riqueza
energética y los problemas heredados del pasado colonial, busca soluciones que
hasta hoy han sido frenadas por el imperialismo y su principal aliado en la
región: Israel. Una de ellas, sin dudas, es la relacionada con la definitiva
creación del Estado Palestino, legítimo y soberano.
La población total de los países del Medio Oriente se estimaba en 2008 en 411 millones de
habitantes, lo que arrojaba una densidad demográfica de 31 habitantes por
kilómetro cuadrado. La proyección de la población para 2050 se estima en unos 688, 8 millones de
habitantes, por lo que se considera esta una región que va mantener un
crecimiento alto.
La tasa media de crecimiento demográfico en periodo 2005- 2010 se calcula en 2,2 %.
Siendo el país de más bajo crecimiento Irán con 1,4 y uno de los más altos
Jordania con 3,0%. La natalidad presenta un comportamiento ligeramente elevado,
lo que condiciona - unido a la presencia de varios países petroleros de fuerte
atracción de inmigrantes-, una tasa media de crecimiento demográfico de 2.2 %,
muy superior al promedio mundial (que en la etapa de 2005 al 2010 fue de 1.2
%).
Desde el punto de vista de la composición étnica, la población
medioriental se caracteriza por su relativa homogeneidad, predominando los
árabes. En algunos países como Kuwait, Bahréin o Qatar residen fuertes contingentes de inmigrantes extranjeros
atraídos por la industria del petróleo. Las regiones más densamente pobladas
son las ubicadas en el llamado Levante, es decir, en las zonas costeras del Mar Mediterráneo pertenecientes a Siria, Líbano
e Israel.
Hacia el interior de los desiertos de la península Arábiga el
poblamiento es reducido debido a las condiciones hostiles que impone el medio (Arabia
Saudita, por ejemplo, posee una densidad promedio de apenas 9
habitantes por km la población en la mayoría de estos países del Medio Oriente
se concentra en las ciudades, por lo que el por ciento de población urbana es
78%. Los países de mayor población urbana son Kuwait 98% y Qatar con 96% y el
más bajo Yemen con 31%. Una característica esencial identifica a la región en
su conjunto: la aridez. En toda ella los paisajes predominantes son desérticos
y semidesérticos tropicales, rodeados por mares que presentan las aguas más
cálidas y saladas del océano mundial.
La Península Arábiga constituye un gran bloque
antiguo que se separó del continente africano por las fracturas que en épocas
geológicas recientes dieron lugar al Mar Rojo y al Golfo de Adén. Es por ello
que Arabia
se asemeja más a África que a Asia. En cambio, hacia el este, la Meseta de Irán
es mucho más joven, con rocas que se formaron en la Era Cenozoica.
Entre ambas estructuras, aparece la llanura aluvial de Mesopotamia
recorrida por dos grandes ríos: el Tigris y el Éufrates. La mayor parte de la
superficie arábiga está ocupada por desiertos arenosos atravesados por cauces
secos, entre los que sobresalen el de Nefud al norte y el de Rub al-Jali hacia
el sur (este último es uno de los más grandes del mundo). Los desiertos de
Arabia son una continuación hacia el este del Sahara.
El subsuelo
arábigo es muy rico en petróleo, importante mineral energético que yace en
depósitos de rocas de la era Mesozoica. Por su parte en el territorio Iraní
predomina el relieve de mesetas, donde se alternan cadenas montañosas y depresiones.
Se trata de un relieve muy fraccionado y mucho más joven que el anterior, en el
que las montañas alcanzan altitudes que rondan los 5000 metros, como ocurre en
el sistema del Elburz.
Su subsuelo es rico en variados minerales, aunque la mayoría de ellos
han sido poco estudiados y apenas explotados, con la excepción del petróleo,
del que Irán es uno de los principales países productores a nivel mundial.
Entre ambas zonas geográficas se localiza la llanura de Mesopotámica (esta
palabra significa “entre ríos”), que ocupa la mayor parte del curso medio e
inferior de los ríos Tigris y Éufrates en territorio de Iraq.
Su relieve es llano y el subsuelo cuenta con enormes reservas de
petróleo que yacen en las capas de sedimentos marinos del Mesozoico y Paleógeno,
las cuales cubren el basamento de rocas cristalinas. La región en su conjunto
posee más del 60 % de las reservas mundiales probadas de hidrocarburos, y que
varios de sus países aparecen entre los más grandes productores. Para analizar
las características climáticas de la región es necesario saber su situación
latitudinal.
De sur a norte sus puntos extremos se localizan aproximadamente entre
los 13° y 34° de latitud norte, por lo que el territorio se extiende por las
fajas climáticas tropical y subtropical. En la península Arábiga, territorio
que recibe la mayor radiación solar de la Tierra, predomina durante todo el año
el aire tropical continental que condiciona la casi ausencia de
precipitaciones, con registros promedios muy altos de temperatura. Estas
condiciones, como supondrás, son desfavorables para el desarrollo de la red
fluvial, por lo que prácticamente no existen ríos permanentes.
La fuente principal de abastecimiento de agua se encuentra en el
subsuelo. La Meseta de Irán por su parte, está situada en la faja climática
subtropical y en ella se registran bajas temperaturas durante el invierno
motivadas por la irrupción de masas de aire frío procedentes del norte. Los
veranos son cálidos y las precipitaciones son insuficientes a lo largo del año,
por lo que las aguas superficiales no abundan (casi toda la región es pobre en
agua y los ríos más importantes se localizan hacia las zonas montañosas del
norte, desembocando en el Mar Caspio).
En la inmensa mayoría de los casos los ríos no son navegables, aunque
tienen un gran uso para el regadío. Sin embargo, la llanura Mesopotámica está
recorrida por dos importantes ríos: el Tigris y el Éufrates, los que se unen y
forman una sola corriente conocida como Shat el Arab (“río de los árabes”)
antes de desembocar en el Golfo Pérsico. ¿Cómo es posible entonces que las
escasas precipitaciones permitan la existencia de ellos?. La respuesta está en
el hecho de que nacen en la Meseta de Armenia y se alimentan de las aguas
procedentes de la fusión de las nieves.
En la península Arábiga la vegetación predominante es de desierto,
aunque en las laderas de los macizos montañosos, más húmedas, se aprecian
formaciones boscosas y las condiciones reinantes permiten la práctica de la
agricultura. En los oasis periféricos se cultiva la palma datilera, que produce
un aceite vegetal que aparece como un importante componente económico local. En
cuanto a la fauna, están presentes animales como la gacela, el antílope, el
camello y los onagros.
En la Meseta de Irán la vegetación es variada, dadas las irregularidades del
relieve y las diferencias de altitud. Los ríos se usan para garantizar el
regadío y con él las cosechas de cereales y otros productos del agro. En la
llanura de Mesopotámica los suelos y la vegetación son de desierto y
semidesierto. Los árboles solo aparecen en los valles de los ríos y a
agricultura cerealera es posible gracias al regadío. En las áreas más secas se
practica la ganadería nómada.
Es importante hacer referencia a una pequeña porción del Medio Oriente
conocida como Levante e integrada por Israel, Líbano y parte de los territorios
de Jordania y Siria, que se localiza en la porción occidental paralela a la
costa del Mar Mediterráneo. Se trata de una estrecha faja de paisajes
mediterráneos entre desiertos con una elevada densidad demográfica.
El Levante se caracteriza por presentar veranos secos e inviernos
relativamente suaves y húmedos, con ríos poco caudalosos y no apropiados para
la navegación ni para garantizar hidrogenaría, entre los que sobresale el
Jordán, que desemboca en el Mar Muerto (máxima depresión continental a 391
metros por debajo del nivel del mar). En esta zona se practica la agricultura
en áreas irrigadas y no irrigadas y entre los principales cultivos sobresalen
los cítricos. En cuanto a la economía del Medio Oriente, de seguro ya supones
que su principal exponente está representado por la producción de petróleo.
Este recurso abunda notablemente en el subsuelo de la región y como
regla es de fácil extracción. Se trata además de petróleo de reconocida calidad
-medios y ligeros-, que se comercializan a altos precios en el mercado
internacional. La principal zona petrolera del Medio Oriente es el Golfo Pérsico,
en cuyas márgenes se elevan cientos de torres de extracción e instalaciones
para la refinación de crudos.
Varios puertos han sido debidamente acondicionados para el embarque del
vital recurso energético, algunos de ellos capaces de recibir gigantescos
supertanqueros. Se destacan aquí las instalaciones de Irán,
Iraq,
Kuwait,
Arabia
Saudita, Bahréin, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos.
Existen centros de extracción en el interior de la península Arábiga, en
Siria, en el norte de Iraq y en otros sitios. La agricultura medioriental es
muy limitada dadas las condiciones físico-geográficas imperantes. En la mayoría
de los casos se trata de producciones que apenas logran satisfacer una parte de
la demanda de sus pueblos.
Con mayores posibilidades se desarrolla la ganadería, en especial en las
laderas montañosas donde la humedad permite la existencia de pastos y en sitios
como la llanura de Mesopotámica, donde los animales pastan en las tierras
privadas de regadío.
En general, las naciones del Medio Oriente presentan economías basadas
especialmente en la minería (extracción de petróleo y gas), que condena sus relaciones
comerciales a la mono-exportación de un recurso no renovable que algún día
dejará de existir . Se trata en todos los casos de países del llamado Tercer
Mundo.
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