¡Exploraciones geográficas: Reforma protestante!
Exploración Geográfica
Exploración
geográfica es la actividad de viajar con el propósito de
descubrir,
sean pueblos
o espacios desconocidos, vías de comunicación, rutas de comercio,
bases estratégicas, esclavos o recursos naturales (tierras fértiles, minerales
metálicos o energéticos, de uso industrial o suntuario, etc.), por motivos
económicos, militares, ideológicos o por el mero conocimiento.
La exploración geográfica
ha existido desde los orígenes de la humanidad, incluso en grupos humanos prehistóricos:
la salida de las distintas especies de homínidos
de África y la llegada a los distintos continentes del Viejo Mundo,
mientras que a Australia y a América
únicamente llegó la especie humana actual. La población de las islas del Pacífico significó una continuada
serie de migraciones marítimas en condiciones todavía no aclaradas por la
investigación antropológica.
Las exploraciones
geográficas en la Edad Antigua y en la Edad Media
estuvieron dificultadas por límites tecnológicos, socioeconómicos, políticos e
ideológicos. Muchas quedaron como empresas secretas u olvidadas (posible
llegada de los vikingos
desde Islandia
y Groenlandia
hasta las costas continentales de América -Vinland-
o de los balleneros
vascos a Terranova); aunque ciertamente hubo algunas que
incluso llegaron a registrarse documentalmente (viajes de Marco Polo
hacia oriente o de Zheng He hacia occidente).
La cumbre de la exploración
geográfica se alcanzó durante la Era de los descubrimientos (siglos
XV-XVI), cuando los navegantes de los primeros estados-nación
de Europa Occidental (Portugal,
España,
Inglaterra,
Francia
-conformados como monarquías autoritarias del Antiguo
Régimen-), tras adquirir los rudimentos tecnológicos que lo
permitieron (brújula,
observación astronómica,
nuevos diseños navales -la nao, la carabela, el galeón- armas de fuego),[1]
se lanzaron a viajes transoceánicos que les llevaron a la circunnavegación
de África (Bartolomé Díaz), el descubrimiento de América (Cristóbal Colón), la primera vuelta al mundo (Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano), la colonización europea de América,
etc.
Fue muy estrecha la
relación de estos descubrimientos y exploraciones geográficas con los movimientos
culturales e intelectuales contemporáneos (renacimiento,
humanismo,
revolución científica)[2]
y con las transformaciones socioeconómicas que se estaban desarrollando
simultáneamente (transición del feudalismo al capitalismo).[3]
En la época del imperialismo
(siglo XIX), la formación de sociedades geográficas como soporte
intelectual de la tarea colonizadora fue muy importante, especialmente para los
casos británico, francés, belga o estadounidense; ya con las nuevas condiciones
socioeconómicas impuestas por la revolución industrial.
Los desafíos de la
exploración geográfica en el siglo XX fueron las expediciones polares (Robert Peary,
1909; Robert Falcon Scott y Roald
Amundsen, 1912), el ascenso a las más altas montañas (al Everest
por Edmund
Hillary, 1953) y la exploración submarina (Jacques
Cousteau -pionero del submarinismo-,
Jacques
Piccard -descenso a la fosa de las Marianas, 1960-).
Reforma
protestante
La
reforma protestante fue un movimiento religioso y político que terminó con la
unidad de la iglesia cristiana de occidente. Fue iniciada por Martín Lutero.
Surgió en el Sacro Imperio Romano Germánico) durante los siglos XV y XVI.
Causas y consecuencias
Entre las causas externas a la Iglesia están la enemistas de los príncipes alemanes hacia el Papa, las rentas que cobraba la Iglesia sobre tierras que no estaban grabadas con impuestos y la ola de inmoralidad y violencia que inclinaron a la sociedad al paganismo.
Entre las causas internas de la Iglesia se encuentra la debilidad de la organización eclesiástica, la lentitud de la Iglesia por enmendarse, la prédica de los humanistas, y la libre interpretación de la Biblia.
La reforma protestante logró que un tercio de la unidad cristiana se separase de la Iglesia Católica.
Causas y consecuencias
Entre las causas externas a la Iglesia están la enemistas de los príncipes alemanes hacia el Papa, las rentas que cobraba la Iglesia sobre tierras que no estaban grabadas con impuestos y la ola de inmoralidad y violencia que inclinaron a la sociedad al paganismo.
Entre las causas internas de la Iglesia se encuentra la debilidad de la organización eclesiástica, la lentitud de la Iglesia por enmendarse, la prédica de los humanistas, y la libre interpretación de la Biblia.
La reforma protestante logró que un tercio de la unidad cristiana se separase de la Iglesia Católica.
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